jueves, 2 de agosto de 2007

Al Gore lo advirtió, y yo lo vivíAl Gore lo advirtió, y yo lo viví

La lluvia que inundó varias colonias del DF complicó el camino al teatro Metropolitan donde el ex candidato a la presidencia de EU hablaba sobre los efectos del cambio climático

Héctor Ledezma*
El Universal
Ciudad de México
Jueves 02 de agosto de 2007
10:21 Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos, entraba al antiguo Palacio del Ayuntamiento a las 7:10 de la noche, el martes pasado. En ese momento yo tomaba un taxi en la colonia Guadalupe Victoria, cerca de la avenida López Portillo, bajo una lluvia leve, para llegar al teatro Metropólitan a escuchar la conferencia magistral del político ecologista.

La lluvia complicó el camino, abandoné el taxi y tomé una combi hacia Indios Verdes. Eran ya las 7:30 horas, cuando Al Gore entraba al Salón de Cabildos para una sesión solemne con los miembros del gabinete capitalino.

Los charcos eran enormes. Una señora subió empapada y anunció: “Dicen que la autopista está cerrada”.

“Vámonos por Vía Morelos”, pedimos al chofer. A la altura de Cerro Gordo la combi se paró, de los cuatro carriles sólo servían dos porque en los otros dos había obras. Dieron las 8:30, como indicaba el boleto: “Hora máxima de acceso al teatro: 8:30”.

Hora y media sin movernos. El chofer escuchaba Formato 21, cuyo reporte vial no era alentador: Ecatepec era de los más afectados; aparte de las avenidas Vía Morelos y López Portillo, la Central y Oceanía también se encontraban inundadas. Por otro lado, cada minuto se hablaba de la conferencia de Al Gore sobre el cambio climático.

En el Metropólitan la gente vestía de traje, de gala, acorde con la ocasión; en las calles, los que iban de traje hacían lo posible por salvarlo de la lluvia.

El Ártico y Groenlandia se están derritiendo y eso afecta al cambio climático; el calentamiento provoca que los tifones, ciclones y tornados tomen más fuerza; conforme pasan los años, las lluvias son más intensas. Era cuando menos el pronóstico en la colonia Santa Clara. La gente salía de camiones, se metía en los charcos sin importarles nada, los curiosos salían de sus casas, los afectados sacaban el agua con cubetas y escobas. Ya no llegaba a la conferencia, pero no podía salir; una chica hablaba por celular porque entraba a trabajar a las ocho, y eran las 10. A las 11:40 llegué a Balderas.

Al Gore seguramente ya dormía, pero entendí el mensaje.

*Miembro del Taller de Verano de El Universal.


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