sábado, 15 de septiembre de 2007

El Drenaje Profundo, una amenaza permanente

Construido para trabajar a 75 por ciento de su capacidad, actualmente lo hace a tubo lleno

Milenio
2007-09-14 9:52 am

Una de las zonas urbanas más pobladas del mundo, la Ciudad de México, aspira a todo en busca de su modernidad. Por ejemplo, a tener la Torre del Bicentenario, uno de los edificios más grandes de América Latina, o llevar en sus entrañas una red inalámbrica para que sus pobladores puedan comunicarse vía internet.

El primer proyecto, promovido por inversionistas privados, fue desechado por el gobierno federal y ahora hace agua en manos de la administración local. Los vecinos de Miguel Hidalgo, donde estaría ubicada, se oponen a él.

Junto a esa modernidad que se quiere, se tiene un emisor central del Drenaje Profundo dañado estructuralmente por los hundimientos de su suelo lacustre o la falta de agua en importantes zonas de la ciudad.

No obstante los daños detectados en el emisor central desde 2005, el tema fue letra muerta en la pasada campaña electoral, cuando el actual mandatario capitalino buscaba el voto de los ciudadanos. Tanto en su precampaña, como en la campaña, el tema fue tocado superficialmente o de plano ignorado.

Para el director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM, Manuel Perló Cohen, el Drenaje Profundo se encuentra rebasado y por ello sugiere obras nuevas, pues sólo así se evitaría una “mega inundación”.

Una visión que linda en lo apocalíptico, pero que no está alejada de la realidad, observa a la Ciudad de México, principalmente su zona centro-oriente, inundada de aguas negras de hasta cinco metros de altura, lo que significaría la parálisis de la vida política y económica.

Pero no sólo ese tema estuvo ausente. Otro fue el del agua potable, cuyo desabasto representaría una pesadilla más.

“Todas las obras de agua son rebasadas por el tiempo y eso acarrea problemas para la ciudad. El emisor central del Drenaje Profundo fue construido con la finalidad de que trabajara a 70 o 75 por ciento de su capacidad, pero actualmente trabaja a tubo lleno y eso ha dañado su estructura.

En algunos puntos, el ducto no tiene acero, pues se creía que no lo necesitaba, que la presión del agua no lo erosionaría. El canal de desagüe, se pensaba, era la solución, pero no, fue perdiendo su pendiente”. Es el diagnóstico del especialista.

El colapso del Drenaje Profundo está a la vista de todos: el Gran Canal de desagüe perdió su pendiente al paso del tiempo. En época de lluvias hay que desalojar 150 metros cúbicos por segundo, cuando la capacidad de desalojo es de 12 metros cúbicos por segundo, incluso con bombeo. Ese es el problema para los especialistas y académicos. Pero los gobiernos local y federal tienen otros tiempos: los políticos. Ése es el otro obstáculo.

En octubre de 2005, Marcelo Ebrard presentó sus “50 Compromisos de Gobierno”. A casi dos años de aquellos días hay muchas diferencias con el presente: no habla de la creación de nuevas líneas del Metro, no toca la problemática que representa el Drenaje Profundo, ni la escasez del agua, y su discurso sólo remite al “desarrollo sustentable”, concepto que poco o nada le dice al votante que buscaba convencer. Y de la problemática metropolitana, donde se engloban los grandes temas de la ciudad, sólo le dedica 24 palabras. Nada.

En abril de 2006, dio inicio a su campaña proselitista. Dentro de las generalidades de la campaña afirmó, el 3 de julio: “en general, yo creo que en los problemas trascendentales, como seguridad, agua, salud y educación hay que hacer una causa común y, desde luego, tomar en cuenta todos los puntos de vista…” Nada en concreto. El tema del agua asoma, pero sólo eso, asoma.

En la administración de Ebrard se tiene proyectado el interceptor oriente-oriente, mismo que sacaría las aguas pluviales al Drenaje Profundo. Éste resolvería las inundaciones en Iztapalapa, las cuales ocasionan fracturas en los ductos del drenaje. Se prevé su inicio en septiembre. Su costo, en alrededor de 200 millones de pesos, y durará un año la obra.

Pero las grandes obras que solucionarían los daños estructurales que guarda el emisor central del Drenaje Profundo no han dado inicio. Se prevé inicien a principios del próximo año y no en noviembre, como se había comentado. La ausencia de obra nueva fue la nota en el primer año de gobierno de Marcelo Ebrard.

A inicios de su mandato, el Ejecutivo local ubicó como prioritario el abasto de agua dentro del tema del desarrollo sustentable. En ese momento dio a conocer sus cinco prioridades: consolidar el manejo, abasto, tratamiento y reutilización del agua; residuos sólidos; nuevas modalidades del transporte público y coordinación metropolitana. Ninguna mención a los daños estructurales del Drenaje Profundo.

Gota por gota

En diciembre de 2006, el jefe de gobierno capitalino anunció en Iztapalapa la que consideró la obra “más grande” de su gestión: el Programa de Agua Potable de la Zona Oriente.

En febrero pasado, Ebrard presentó su Programa de Agua Potable, Drenaje y Tratamiento, aduciendo que “la Ciudad de México no puede seguir trayendo agua de manera ilimitada de fuente externa”.

Para el especialista del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Óscar A. Fuentes, los problemas del Drenaje Profundo tienen dos vertientes: hundimiento del suelo y azolve de tuberías.


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