El Municipio con mayor inversión turística en el Estado es también una zona de riesgo ecológico debido a las construcciones que están modificando la naturaleza
Por Liliana Chávez
lchavez@elimparcial.com
Cuatro manos tostadas por el Sol y con olor a mar pelan ágiles cada camarón, parecieran llevar el ritmo de la música grupera que emerge de una radio que apenas alcanza señal. El agudo llanto de un bebé se une, su madre le habla desde lejos, sin dejar de quitar la cáscara a tanto marisco como su cansancio lo permite.
Aún queda una montaña de oro rosado sobre la vieja mesa de madera, al interior de la rústica cabaña sobre arena y frente al agua. A cada canasta le caben 80 piezas; para librar la semana, Guadalupe Zepeda y su hija Patricia Tánori deben pelar 300 docenas.
Su pasión, sin embargo, son los ostiones que para vender frescos, con abundante limón y chile, a diario sacan del estero Morúa. Éste es el humedal más importante de Puerto Peñasco, donde crecen 130 especies de aves diferentes, donde se planea construir condominios y un hotel de cinco edificios al frente.
De las 118 que empezaron la Cooperativa Única de Mujeres Ostioneras en 1981, sólo quedan ocho. A las mujeres no les gustaba mojarse, dice Guadalupe, ¿a usted le gusta? al observar el estero con sus quietas aguas azul verdosas responde lo que para ella es obvio: “Claro, de corazón; es un contacto con la naturaleza hermoso que no se puede igualar, nadie goza como uno el trabajo”.
Sembrar la semilla, colar, lavar, separar el ostión por tamaño, finalmente “desahijarlo”: El proceso se repite cada mañana, pero cada vez menos. Los humedales costeros son el hábitat de mayor riesgo en el Golfo de California y según Conservación Internacional están desapareciendo a un 9% anual. En su lugar aparecen campos de golf, condominios o simplemente resultan inútiles después de las aguas residuales que en ellos caen.
“El ostión se está muriendo por desconocimiento, se tiene la hipótesis que por cambios fuertes de factores ambientales... estos humedales son hipersalíneos, antes también había agua dulce, ahora sólo tienen agua salada”, explica el biólogo Alejandro Castillo, subdirector del Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos (CEDO).
Los seis esteros de Puerto Peñasco, clase de humedales formados por lagunas que mezclan agua dulce y salada, cubren más de 130 mil hectáreas de costa; en ellos se reproduce camarón, ostión, jaiba, cangrejo y muchas otras especies únicas de aves y plantas; enriquecen los ecosistemas y al almacenar agua durante la marea alta mitigan inundaciones.
Gracias a esta clase de lagunas, el mar es el sistema de vida silvestre más grande. Sin los esteros, los peces, camarones y demás especies del mar en los que la economía pesquera se basa no tendrían lugar para reproducirse y las aves que emigran al Norte y dan al Golfo el nombre de “Corredor migratorio del Pacífico” no tendrían dónde descansar.
De realizarse el proyecto hotelero The Pointe, sus cinco edificios de 20 pisos cada uno serán una pared para las aves del lugar y un peligro para el callito de mar, ave considerada especie restringida. Además, para construir condominios, la desarrolladora Sandy Beach tiene planeado echar arena sobre el estero, advierte el biólogo Castillo.
Guadalupe observa en silencio las rocas rojizas a sus pies que caracterizan al llamado “Rocky Point”, el agua y el cielo se confunden en color y claridad. No necesita ser especialista en biología marina para saber que por la falta de sistema de drenaje, si el hotel arroja sus desechos al agua, perjudicará el estero del que depende su economía y al que acuden a divertirse las familias del puerto.
Más hoteles, menos naturaleza
Rodeado de las dos únicas reservas de la biosfera en Sonora, inmerso en lo que el explorador francés Jacques Cousteau denominó “el acuario del mundo”, a siete horas de la capital sonorense y a tres de Es tados Unidos, con playa de agua azul cristal y clima ideal para asolearse, nadar o acampar, Puerto Peñasco podría ser el próximo paraíso turístico nacional, pero es también una zona natural en peligro.
Puerto Peñasco, con cabecera municipal del mismo nombre, tiene una superficie de 5 mil 663 km2, de los cuales 110 son litoral; se encuentra en el Noroeste de Sonora, colinda al Norte con Estados Unidos y el municipio Gral. Plutarco Elías Calles, al Noroeste con San Luis Río Colorado, al Sureste con Caborca y al Sur con el Golfo de California.
Sonora se encuentra en quinto nivel nacional en inversión turística privada. El año pasado se invirtieron 784.2 millones de dólares, según datos de la Secretaría de Turismo; el 81% se concentró en Puerto Peñasco, un lugar “llamado a tener un futuro exitoso y a convertirse en la estrella Norte del desarrollo del Mar de Cortés”, como mencionó el entonces secretario de Turismo Rodolfo Torres, en la última visita del ex presidente Vicente Fox al Municipio.
Basta observar los altos y elegantes edificios a medio construir a lo largo del camino hacia la playa o las revistas que reproducen esos mismos lujos aún más paradisíacos para percatarse que en el Municipio que reinaba la pesca como actividad productiva principal, el turismo gana cada vez mayor lugar, con miras evidentes a obtener el trono de la economía portuaria.
Las revistas especializadas en negocios proclaman con sorpresa los mil 500 condominios, las más de ocho mil habitaciones que para el año 2012 podrían ser 25 mil, los complejos turísticos de compañías como Bella Sirena, Las Palomas, Mayan Palace, Sonora Sea y Sandy Beach Resorts, con sus campos de golf, spas, restaurantes, centros nocturnos y plazas comerciales.
Otro tipo de prensa, la que no se encuentra en agencias de viajes, inmobiliarias y hoteles, ha escrito también de Peñasco. En el 2002, el diario estadounidense The Washington Post denunció la pesca en reservas marinas protegidas del Municipio; el año pasado, apoyada por el Programa de las Américas, la periodista Talli Neuman realizó una serie de reportajes sobre el Golfo de California donde alerta de la proliferación de condominios y rascacielos en el puerto y sus efectos negativos en los ecosistemas.
En su novela “No me da miedo morir”, el escritor rocaportense Guillermo Munro aborda otro problema ecológico del lugar: El peligro de extinción de la vaquita marina, uno de los cetáceos más pequeños y amenazados del mundo y única especie en su tipo en México.
Vida rumbo a la muerte
A 50 kilómetros al Sur de Puerto Peñasco. El letrero “Propiedad privada” advierte, pero el cerco de alambre de púas y la caseta de vigilancia detienen por completo cualquier intento de visitar el estero La Pinta.
Como turista, al lugar sólo puede entrar quien sea huésped del lujoso hotel Mayan Palace, asentado sobre los terrenos de la bahía de un estero que según la Constitución Mexicana es propiedad nacional y patrimonio nacional según la Ley General de Bienes Nacionales.
El camino de la entrada de la propiedad a los edificios del hotel se recorre a través de un puente; éste parte en dos el estero que en regiones muestra más la tierra de su superficie que el agua que da vida aún a pequeños peces y aves.
Además de haber construido uno de los únicos cinco hoteles en México de la cadena que ya atrae a turistas nacionales y extranjeros, el proyecto de Desarrollo Marina Vallarta, S.A. planea tres campos de golf.
La construcción está avanzando: Las máquinas retroexcavadoras sacan la tierra del estero sobre el cual aún revolotean blancas aves. Para ellas también hay un proyecto.
A cambio del daño que pueden ocasionar para concretar su obra, Mayan Palace anuncia en su sitio de internet un Proyecto de Investigación Científica para conocer y proteger especies del lugar (aves acuáticas, víbora de cascabel, águila pescadora y tecolotillo llanero). Así, Desarrollo Marina Vallarta, S.A. obtuvo la concesión de Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el pasado 24 de noviembre.
Antes de que el Grupo Mayan comprara el terreno, en el estero La Pinta se pescaba camarón y tortuga. “Están tapando canales para construir caminos y están cambiando así la hidrología del lugar que es lo más importante; los pesticidas que tendrán que usarse para cuidar el pasto de los campos de golf afectarán el estero”, explica el biólogo Alejandro Castillo.
Aunque se tienen denuncias sin resolver a Mayan Palace de civiles y de asociaciones ecologistas, el delegado de la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa) en Sonora, Ernesto Munro, considera adecuado el permiso de cambio de uso de suelo que la empresa tiene: “En muchos de los casos, en aras de construir son autorizados proyectos de este tipo”.
El delegado de Semarnat en Sonora, Johann Swanson, coincide en esta visión: “Desarrollo siempre va a haber y siempre tendrá un impacto... al principio el desarrollo superó a la normatividad, ahora hay un ordenamiento ecológico y se puede ver en qué áreas puede haber otro tipo de desarrollo según el terreno”. No hay información específica, en casos como Mayan Palace, no puede hacerse pública aún, dice.
No hay información en Mayan Palace tampoco. Ni el gerente de obra de este desarrollo en Puerto Peñasco, Héctor Orozco, ni la representante legal de la empresa con oficinas en Guadalajara, Martha Torres, aceptaron la solicitud de entrevista con EL IMPARCIAL.
En grande
Para cada estero de Puerto Peñasco hay al menos un proyecto turístico. Desarrolladoras como Sandy Beach Resorts, The Pointe y Mayan Palace tienen en la mira grandes extensiones de terrenos con modificaciones a la naturaleza incluidas.
La organización ecologista internacional Greenpeace considera a Puerto Peñasco dentro de las cuatro playas con megaproyectos que están impactando toda la región del Golfo de California (las otras son Golden Beach, Loreto Bay y Puerto Los Cabos).
La Choya, por ejemplo, es un estero pequeño que en el 2002 fue destruido parcialmente y donde la basura dejada por los turistas se acumula entre la fina arena y el zacate que lo rodea.
La Choya también es lugar para que los delfines enseñen a sus bebés a pescar, para que la salicornia (espárrago de mar comestible y exportable) se desarrolle y los peces, jaiba, caracol y almeja se críen mientras sobre ellos vuelan la golondrina de mar, el zarapito, el piquilargo y el playerito pingüigüi.
La forma de península del estero podría convertirse en isla. La desarrolladora Laguna del Mar tiene ya un campo de golf a sus orillas. “Imagina una isla de golf de nueve hoyos, rodeada por una laguna cristalina de agua y con una vista que alcanza el Mar de Cortés”, expresa su página de Internet.
Es el primer campo de golf en Sonora diseñado por Jack Nicklaus, considerado el mejor golfista de la historia y cuyos campos de golf suman 220 en 27 países. El proyecto no ha terminado, falta un centro deportivo, tiendas, restaurantes y lanchas eléctricas que atraviesen el estero.
La Choya puede ser un refugio natural para las embarcaciones: La desarrolladora Sandy Beach Resorts desea construir ahí un complejo turístico con campos de golf y condominios que se dice será la marina más grande de México y que según Greenpeace destruirá un arrecife rocoso donde habitan más de 400 especies de invertebrados. Reyel Taylor, su propietario, no recibió a EL IMPARCIAL.
A partir de la publicación de su Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) en 2005, CEDO solicitó una consulta pública y logró la conservación temporal del estero; sin embargo, después de una nueva MIA, Semarnat autorizó el proyecto el pasado noviembre.
Y es que el trámite para recibir una concesión es relativamente sencillo, dura aproximadamente un mes y cuesta mil 594 pesos: Se recibe la documentación requerida sobre el proyecto, se verifica el impacto que podría tener, se escuchan las posibles quejas; si es necesario modificar algo, se pide al desarrollador que lo haga, si ya aprobado el proyecto se incurre en una falta, se cobra la debida multa, explica Swanson.
“Si Semarnat sigue otorgando permisos, los esteros dejarán de funcionar”, considera el subdirector de CEDO, quien augura cinco años al estero Morúa, tres a La Choya y uno a La Pinta. “En diez años no habrá ninguno”, se lamenta.
Con sede en Guaymas, la asociación protectora del Golfo de California, Conservación Internacional, no tiene datos actualizados sobre la situación ecológica de Puerto Peñasco, pero el desequilibrio entre el desarrollo turístico y el cuidado al medio ambiente es un problema que comparten los municipios del Mar de Cortés, asegura su director, Mauricio Cervantes.
El Golfo de California contiene uno de los cinco grandes ecosistemas costero-marino con mayor productividad, diversidad biológica y especies únicas. Puerto Peñasco comparte el “acuario del mundo” con el resto de las playas de Sonora, Sinaloa y las dos Baja California; su desierto está entre las cinco áreas silvestres más importantes del mundo. Una realidad compartida, pero con problemas propios.
¡Vida en peligro!
Los proyectos turísticos en Puerto Peñasco pueden afectar la vida de 24 especies de la región protegidas por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN). Tortuga Prieta
Tortuga Golfina
Palmoteador de Yuma
Gorrión Sabanero
Gaviota Ploma
Gaviota Pata Amarilla
Garza Rojiza
Pibi Occidental
Charrán Mínimo
Halcón Peregrino
Aguililla Real
Halcón Pradeño
Delfín Nariz de Botella
Lobo Marino Californiano
Tiburón Ballena
Caballito de Mar
Ángel de Cortés
Callo Escarlopa
Pepino de mar
Madre perla
Mero Negro Gigante 1
Cabrilla Sardinera 2
Baya 2
Manta Arpón 3
1. En amenaza crítica
2. Vulnerable
3. Casi amenazada
Fuente: Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos. Lo urgente
Según un estudio realizado por la Coalición para la Sustentabililidad del Golfo de California, las prioridades de conservación en Puerto Peñasco son:
Los humedales costeros.
Las macroalgas.
Más de 4 mil 800 especies de invertebrados marinos.
891 especies de peces marinos.
Fauna terrestre.
Flora terrestre (25% de las plantas de la región no se encuentra en ninguna otra parte del mundo)
Mamíferos marinos (la vaquita marina sólo se encuentra aquí y está en peligro de extinción)
17 especies de aves.
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