La ciudad de México, la que pocos ven, la subterránea, encierra una gran complejidad que puede llevarla a sufrir una catástrofe, coinciden urbanistas, arquitectos, geólogos y autoridades de Protección Civil
Angélica Simón
El Universal
Domingo 22 de julio de 2007
La ciudad de México, la que pocos ven, la subterránea, encierra una gran complejidad que puede llevarla a sufrir una catástrofe, coinciden urbanistas, arquitectos, geólogos y autoridades de Protección Civil.
Desde los tiempos de la conquista y a consecuencia de la desecación del lago y sus ríos, se creó en el subsuelo una maraña de cavidades y grietas que se ven agudizadas por otras fallas y fenómenos geológicos como los sismos, explicó Elías Moreno Brizuela, secretario de Protección Civil del gobierno capitalino.
A esto se le debe sumar la gran trama de servicios como el metro, ductos de hidrocarburos y conducción de agua que corren por debajo, ahí donde esas grietas y hundimientos aumentan el riesgo de rupturas que pueden llevar a explosiones o una gran inundación.
La situación especial del valle, explica Óscar Terrazas, doctor en urbanismo, es que estas redes que están compuestas de elementos de gran longitud, rígidos en general se fracturan cuando el suelo en el que están asentados se hunde distinto por segmentos.
“Esto ocasiona que las redes rígidas se fracturen si no tienen mantenimiento, si no hay supervisión pues esto se incrementa”, esos son los problemas de una ciudad subterránea en el Distrito Federal.
El gran problema, recalca el urbanista Jorge Legorreta, es que falta coordinación entre todas las instancias de gobierno vinculadas.
“Eso impide que se dé mantenimiento a las redes subterráneas de servicios como el drenaje profundo y de continuar así, se acerca una catástrofe política, que puede llevar a otra catástrofe hidráulica”, advierte el urbanista.
Si bien no pueden colocarse estos servicios de manera superficial porque los riesgos serían mayores, señala Moreno Brizuela, se debe conocer con exactitud cuántos son, por dónde pasan y en qué estado se encuentran.
Los ductos de Pemex como el que se fracturó a principios del mes de julio en Iztapalapa generando una importante fuga de gasolina es un ejemplo.
“Están en nuestra ciudad y no tenemos el control como gobierno de la viabilidad, del mantenimiento”, reconoce.
Hay avisos, alerta Legorreta, de que es un riesgo estar viviendo en una ciudad que podría estar sufriendo fracturas de hidrocarburos de gasolina en algunas zonas de la ciudad de México y hoy tenemos el gran problema de las grietas.
Todas las ciudades, admite, tienen complejidades en sus infraestructuras ya sea visibles o no visibles lo que es un riesgo, señala, es que esta infraestructura esté a cargo de tres instancias de gobierno que están más preocupadas por una confrontación política producto de sus visiones de gobierno por las contiendas electorales al 2009 y 2012 que por ponerse de acuerdo en el funcionamiento coordinado.
Acciones, no palabras
“Para evitar estos riesgos, se necesita que se dejen de pelear las autoridades que tienen que ver con esto y que nos pongamos a estudiar seriamente los impactos que tiene la extracción de agua y las grietas que están apareciendo, que se dé mantenimiento coordinado a las redes, etcétera ”.
Terrazas coincide. Lo que se necesita, apunta, primero es por fin hacer un trabajo coordinado entre el Distrito Federal y el estado de México y todas sus dependencias técnicas para lograr una base de datos integrada de todos los servicios que hable de cuál es la situación real de todas las redes,el potencial, sus posibles riesgos, la capacidad de cada una de las redes.
Técnicamente, afirma, se tienen las condiciones y todo es cuestión de voluntad política
De lo contrario se vislumbra sin duda el incremento de los problemas de desalojos y dotación de agua potable, de dificultades en el suministro de la energía eléctrica, conflictos entre los que usan las redes de comunicación y fibra óptica entre otros, concluye Terrazas.
Una gran inundación
El gobierno federal ha señalado la posibilidad de que una gran inundación afecte al Distrito Federal como consecuencia de la falta de mantenimiento al drenaje profundo
Un escenario catastrófico de inundaciones e incapacidad para desalojar el agua de lluvia como ocurrió en Nueva Orleáns “es real pero es remoto”, asegura Moreno Brizuela. Necesitaría pasar, explica, que lloviera en más de 30% de la ciudad al mismo tiempo con una intensidad mínima de 35 milímetros y en un tiempo menor a dos horas; tendrían que presentarse colapsos de algunas zonas del drenaje profundo y una falla garrafal del drenaje superficial, son demasiadas cosas que lo hacen muy remoto.
Para otros, el escenario aunque no es inmediato que suceda, sí es factible.
“La ciudad de México va a sufrir evidentemente desde el punto de vista de la historia una nueva inundación, la número 26”, afirma Legorreta.
Hace 10 años se inundaban en las tormentas más elevadas 10 ó 15 puntos, hoy se están inundando casi 100 puntos de la ciudad al mismo tiempo. Podríamos hablar de una catástrofe hidráulica de una gran inundación que pudiera sufrir la ciudad en menos de 15 años si no se modifican las políticas actuales.
“No estamos al borde de una catástrofe hidráulica, esto también hay que decirlo porque muchas veces se dice viene una inundación pero no se dice ni como ni cuándo ni qué hacer”.
Angélica Simón
El Universal
Domingo 22 de julio de 2007
La ciudad de México, la que pocos ven, la subterránea, encierra una gran complejidad que puede llevarla a sufrir una catástrofe, coinciden urbanistas, arquitectos, geólogos y autoridades de Protección Civil.
Desde los tiempos de la conquista y a consecuencia de la desecación del lago y sus ríos, se creó en el subsuelo una maraña de cavidades y grietas que se ven agudizadas por otras fallas y fenómenos geológicos como los sismos, explicó Elías Moreno Brizuela, secretario de Protección Civil del gobierno capitalino.
A esto se le debe sumar la gran trama de servicios como el metro, ductos de hidrocarburos y conducción de agua que corren por debajo, ahí donde esas grietas y hundimientos aumentan el riesgo de rupturas que pueden llevar a explosiones o una gran inundación.
La situación especial del valle, explica Óscar Terrazas, doctor en urbanismo, es que estas redes que están compuestas de elementos de gran longitud, rígidos en general se fracturan cuando el suelo en el que están asentados se hunde distinto por segmentos.
“Esto ocasiona que las redes rígidas se fracturen si no tienen mantenimiento, si no hay supervisión pues esto se incrementa”, esos son los problemas de una ciudad subterránea en el Distrito Federal.
El gran problema, recalca el urbanista Jorge Legorreta, es que falta coordinación entre todas las instancias de gobierno vinculadas.
“Eso impide que se dé mantenimiento a las redes subterráneas de servicios como el drenaje profundo y de continuar así, se acerca una catástrofe política, que puede llevar a otra catástrofe hidráulica”, advierte el urbanista.
Si bien no pueden colocarse estos servicios de manera superficial porque los riesgos serían mayores, señala Moreno Brizuela, se debe conocer con exactitud cuántos son, por dónde pasan y en qué estado se encuentran.
Los ductos de Pemex como el que se fracturó a principios del mes de julio en Iztapalapa generando una importante fuga de gasolina es un ejemplo.
“Están en nuestra ciudad y no tenemos el control como gobierno de la viabilidad, del mantenimiento”, reconoce.
Hay avisos, alerta Legorreta, de que es un riesgo estar viviendo en una ciudad que podría estar sufriendo fracturas de hidrocarburos de gasolina en algunas zonas de la ciudad de México y hoy tenemos el gran problema de las grietas.
Todas las ciudades, admite, tienen complejidades en sus infraestructuras ya sea visibles o no visibles lo que es un riesgo, señala, es que esta infraestructura esté a cargo de tres instancias de gobierno que están más preocupadas por una confrontación política producto de sus visiones de gobierno por las contiendas electorales al 2009 y 2012 que por ponerse de acuerdo en el funcionamiento coordinado.
Acciones, no palabras
“Para evitar estos riesgos, se necesita que se dejen de pelear las autoridades que tienen que ver con esto y que nos pongamos a estudiar seriamente los impactos que tiene la extracción de agua y las grietas que están apareciendo, que se dé mantenimiento coordinado a las redes, etcétera ”.
Terrazas coincide. Lo que se necesita, apunta, primero es por fin hacer un trabajo coordinado entre el Distrito Federal y el estado de México y todas sus dependencias técnicas para lograr una base de datos integrada de todos los servicios que hable de cuál es la situación real de todas las redes,el potencial, sus posibles riesgos, la capacidad de cada una de las redes.
Técnicamente, afirma, se tienen las condiciones y todo es cuestión de voluntad política
De lo contrario se vislumbra sin duda el incremento de los problemas de desalojos y dotación de agua potable, de dificultades en el suministro de la energía eléctrica, conflictos entre los que usan las redes de comunicación y fibra óptica entre otros, concluye Terrazas.
Una gran inundación
El gobierno federal ha señalado la posibilidad de que una gran inundación afecte al Distrito Federal como consecuencia de la falta de mantenimiento al drenaje profundo
Un escenario catastrófico de inundaciones e incapacidad para desalojar el agua de lluvia como ocurrió en Nueva Orleáns “es real pero es remoto”, asegura Moreno Brizuela. Necesitaría pasar, explica, que lloviera en más de 30% de la ciudad al mismo tiempo con una intensidad mínima de 35 milímetros y en un tiempo menor a dos horas; tendrían que presentarse colapsos de algunas zonas del drenaje profundo y una falla garrafal del drenaje superficial, son demasiadas cosas que lo hacen muy remoto.
Para otros, el escenario aunque no es inmediato que suceda, sí es factible.
“La ciudad de México va a sufrir evidentemente desde el punto de vista de la historia una nueva inundación, la número 26”, afirma Legorreta.
Hace 10 años se inundaban en las tormentas más elevadas 10 ó 15 puntos, hoy se están inundando casi 100 puntos de la ciudad al mismo tiempo. Podríamos hablar de una catástrofe hidráulica de una gran inundación que pudiera sufrir la ciudad en menos de 15 años si no se modifican las políticas actuales.
“No estamos al borde de una catástrofe hidráulica, esto también hay que decirlo porque muchas veces se dice viene una inundación pero no se dice ni como ni cuándo ni qué hacer”.
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