jueves, 22 de marzo de 2007

Afrontar la escasez de agua

EDITORIAL DE EL UNIVERSAL
22 de marzo de 2007

Nuevamente, el Día Mundial del Agua atrae la atención sobre la escasez, el desperdicio y la contaminación del líquido, sin que se conozcan acciones efectivas para revertir tal tendencia. En paralelo, el calentamiento global preocupa a algunos y deja impávidos a otros. Este año se esperan temperaturas inusitadamente altas en el mundo.

Las cifras no mienten: 80 de cada 100 personas padecen grave escasez de agua en el mundo. En México, 11 millones carecen de agua potable y el Distrito Federal se abastece con agua de otros pueblos, buena parte de la cual se queda en el camino por fugas en las líneas de conducción.

¿Es esto lo peor? Por desgracia no. En la zona Mixteca (la llamada "nación de la lluvia"), zona compartida por Guerrero, Oaxaca y Puebla, la falta de agua ha causado un desastre ecológico que justifica la intervención del Banco Mundial para hacer un estudio preciso sobre este problema.

Paradójicamente, muchos de nuestros ríos corren libremente hacia el mar sin los remansos de las grandes presas, y vemos llover sin captar una gota, como sabiamente lo hacían las generaciones que nos precedieron. El agua se escapa sin ser aprovechada.

Y aun a pesar del apocalíptico panorama, la escasez de agua tiene solución, pero requiere cuidado, aprovechamiento inteligente y una infraestructura básica. Ejemplos de ingeniosa recuperación son la ciudad de Las Vegas, en el desierto de Nevada, e Israel, a los que no les falta el vital líquido.

Mucho avanzaríamos obturando las fugas, evitando la contaminación salvaje de nuestros hermosos ríos, convertidos en drenaje y basurero, almacenando la lluvia o, simplemente, cerrando el grifo y lavando el coche con cubeta, no con manguera. Casi la mitad del consumo doméstico de agua es para el sanitario.

Cinco mil millones de metros cúbicos de agua se pierden en tomas clandestinas, a un costo de 20 mil millones de pesos cada año, según técnicos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El agua es tan valiosa, que la botella de un cuarto de litro cuesta en algunos sitios el doble que un litro de leche, y en regiones de África la gente tiene que beber cualquier líquido corporal para no morir de sed.

Es la conciencia de la importancia vital del agua la que puede ayudarnos a resolver un problema que puede acabar con todo lo demás.

El gobierno tiene una responsabilidad mayúscula en este caso, pero los propios ciudadanos, las empresas, instituciones y organismos tenemos un amplio campo de acción para contribuir al acrecentamiento de nuestras fuentes de agua.

Hay que sancionar, por supuesto, a quienes por acción u omisión estén desperdiciando el agua, autoridades o personas. Sin embargo, más ambicioso aún será propiciar una cultura del cuidado del agua, de la misma manera en que comienza a hablarse mucho y muy documentadamente de casos paradigmáticos como el cambio climático, la urgencia de hacer sociedades ecológicamente sustentables o de los efectos que tiene en el organismo fumar. Necesitamos relanzar una cultura del agua, en la que su atesoramiento sea natural para las próximas generaciones de mexicanos.

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