MÉXICO, D,F; 9 enero 2008.- En cualquier zona de la Ciudad el aroma de las aguas de desecho es percibido como sinónimo, como identidad de los malos olores.
En pleno Paseo de la Reforma, con un respiradero del drenaje justo enfrente, la Torre del Caballito, oficina de los senadores, es una fuente habitual de aromas; y en Coyoacán, el río de aguas negras que cruza dentro de los Viveros, sobre avenida Universidad, es origen de emanaciones.
“Ya estoy acostumbrada a oler ácido sulfídrico, a oler a huevo podrido y cuando vengo sin desayunar me duele la cabeza”, comentó Berenice Hernández, vendedora que cada mañana labora afuera de la planta de bombeo de aguas negras ubicada en Calzada Ignacio Zaragoza, esquina con Viejo Canal de Churubusco.
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