La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó el 22 de diciembre de 1993 una resolución para que el 22 de marzo de cada año se celebrara en todo el planeta el Día Mundial del Agua. Ya desde entonces, hace 16 años, la preocupación de los principales dirigentes mundiales se acrecentó con los diagnósticos pesimistas de los científicos y los investigadores, ante la falta de los recursos hídricos en los principales asentamientos humanos.
Desde entonces se prendieron los focos rojos, no por la escasez de agua en el planeta sino a causa de la cada vez más cara tecnología para llevarla a las grandes ciudades y, sobre todo, proporcionar el servicio de manera eficiente a los conglomerados humanos que pueblan la Tierra.
A ello se sumaron los descubrimientos de los científicos sobre los fenómenos globales denominados La Niña
y El Niño
asimismo, el llamado “efecto invernadero”
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