domingo, 18 de enero de 2009

La maldición de la falta de líquido

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PACHUCA, Hgo.— Apenas amanece y en las calles polvorientas de las colonias Jorge Obispo y Luz del Carmen, ya se observan siluetas de mujeres y niños, que con cubeta en mano van a los hidrantes y depósitos comunitarios para abastecerse de agua.

Para ellos no hay descanso ni días festivos: todos los días deben caminar una hora para acarrear el líquido.

Orillados por la miseria y la falta de servicios en sus comunidades, en la Sierra y la Huasteca, estas familias emigraron a Pachuca, donde se asentaron en colonias irregulares. Aquí también viven la pobreza que se recrudece con la carencia de agua.

Son alrededor de 600 familias, quienes día a día saben lo que es vivir sin agua. La disyuntiva para Marcela y su familia comienza todas las mañanas: decidir entre bañar a sus hijos o lavar los trastes, que en ocasiones permanecen sucios hasta 15 días.

“La pobreza tiene varias caras”, dice Marcela García, originaria de Tenango de Doria, municipio en la zona otomí-tepehua.

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